viernes, 1 de junio de 2012

¿Por qué sobreprotegen a sus hijos?


Los padres dan amor a sus hijos porque es lo que sienten, pero existen otras muchas razones de dar, ayudar y obsesionarse por los hijos:

- Dar para apoyar la propia autoestima: una persona que nunca se siente bien consigo mismo intenta compensarse demostrando que puede ser un buen padre o una buena madre.
- Dar para compensar con creces la privación anterior: una frase muy común en los padres es "no quiero que mi hijo sufra todo lo que yo he sufrido". Y les dan cosas que no merecen, está bien que quieran lo mejor para sus hijos, pero esa no es la manera.
- Dar para compensar la ausencia del otro padre. Uno de los padres puede ser alcohólico, egoísta, estar enfermo, ser indiferente o tratar mal al niño; de esta forma, el otro se siente culpable y teme que el niño crezca con problemas emocionales si esta falta no es compensada, sin aliviar de todas formas la falta del otro padre. De ambos es la responsabilidad, sin embargo, a uno le deja de importar pero pueden consultar ayuda profesional y una buena comunicación.
- Dar para compensar la propia ausencia. Los padres están muy preocupados por su trabajo y están muy poco tiempo en casa; para compensar su ausencia les dan muchos regalos, cambiando eso por el amor, tal vez llegan muy cansados, pero hay que ponerles atención.
- Cada vez que el niño hace berrinche, para tranquilizarlos y no escucharlos le consiente lo que quiere. Así el niño aprende a cambiar su comportamiento a cambio de soborno y aprende a manipular a sus padres; cada vez las pataletas serán más grandes para conseguir más.

Cuando en una familia nace un niño con algún problema, el mundo se le viene encima y es probable que no sepan cómo actuar. Lo mejor es buscar ayuda profesional, pero en casa se debe dar una educación como si se la diéramos a su hermano que ha nacido completamente sano.
Algún día los padres faltarán y los hijos no sabrás enfrentarse solos a las cosas más sencillas de la vida, porque siempre hubo alguien que se lo hacía porque lo quería mucho y quería que fuera feliz. Y ahora está triste y deprimido porque no es capaz de valerse por sí mismo.
Los padres con mensajes indirectos pueden llegar a influir tanto en la vida de un hijo que lleguen a transmitirle el miedo a que el hijo se independice y pueda valerse por sí mismo, con el terror de que el hijo pueda verse en una situación de riesgo o de dolor. Las expectativas de los padres se convierten en la del hijo, las ideas y juicios de éstos se interiorizan en el hijo y se proyectan en amigos y amantes.
Muchas veces los padres esperan tanto de los hijos, son tan exigentes, que los hijos, cuando son mayores, necesitan a alguien del que depender, ya sea amigo o compañero sentimental, igual que antes dependían de sus padres. Hasta podría ocurrir que esos niños, de mayores, intenten cambiar y hacer a su gusto a esa persona, de la misma forma que intentaba hacer su padre cuando era pequeño, pero el problema está en que es probable que nunca encuentren el ideal de persona, las relaciones se hacen difíciles, se hacen demasiado perfeccionistas y no llegan a sentirse llenos, siempre piensan que les falta algo, aunque a lo mejor esa persona es maravillosa, pero no se dan cuenta y se decepcionan.
También puede pasar que los niños que en su infancia han sido muy queridos, se han sentido tan abrumados que cuando son adultos tienen miedo a una relación estable, una relación que les absorba.
La cuestión no está en educar bien o mal a un hijo, los padres que quieren a sus hijos desean su felicidad, pero hay que saber diferenciar si lo que intentan conseguir es la felicidad del hijo o la suya propia.
Esto no quiere decir que todo niño sobreprotegido en la infancia vaya a tener los mismos síntomas en su edad adulta. Aunque existen más probabilidades de que esos efectos sean más negativos que positivos.

La sobreprotección Familiar


Los padres sobreprotectores son aquellos que se pasan horas vigilando y preocupándose por sus hijos. Todo esto lleva a una dependencia tanto de los padres hacia los hijos como de los hijos hacia los padres, aparentemente puede parecer una relación estupenda, pero puede traer grandes problemas en el futuro de los hijos. 
Un niño que ha crecido en un ambiente de excesiva atención, preocupación asfixiante o con los deseos de los padres convertidos en obligaciones o expectativas demasiado altas para la capacidad del hijo, puede encontrarse en su edad adulta con graves problemas. Se debe aceptar al hijo tal y como es, sea cual sea su físico, sus virtudes, personalidad, forma de ser, etc.; no hay que obsesionarse con el niño; enseñarle las cosas que no sabe y no hacerlas por ellos, aunque lo hagan mal o tarden mucho tiempo; evitar el miedo asfixiante hacia los hijos, desgraciadamente lo que les tenga que suceder les sucederá; no imponerle los sueños de los padres no cumplidos de pequeños, ellos tienen sus propias ideas y hay que aceptarlas aunque no coincidan con las de sus padres; saber que el hijo es capaz de lo que se proponga, animarlo en sus intentos y no creer o tener miedo al fracaso; utilizar la comunicación como ejercicio diario, escucharlo, comprenderlo y ponerse en su lugar, aunque sus ideas o convicciones sorprendan o no se piense igual; alabar sus virtudes o logros y reconocer sus fallos; fomentar su independencia hasta lograr su autonomía; animarlos a demostrar sus sentimientos, sean de alegría o tristeza; interesarse en la vida del hijo, pero no querer controlarla.
Los padres piensan que amar es hacer el camino más fácil a los hijos, cuando realmente, además de amor, lo que necesitan es:
- Adaptación y reconocimiento de lo que realmente es.
- Respeto y tolerancia de sus ideas y sentimientos.
- Libertad para tomar decisiones.
- Apuntalar las cualidades y aceptar sus limitaciones.
- Potenciar la creatividad.
- Sentimiento de haber contribuido a hacer algo.
- Oportunidad de compartir los sentimientos de pérdida, dolor o rabia.
En los primeros años de la infancia, los hijos no podrían sobrevivir si les obligaran a ser ellos mismos, pero cuando crecen se les debe alentar en su independencia y reducir la necesidad de sus padres.



El comportamiento de los niños en la casa



Inculcar valores es un proceso constante y no un programa de una sola vez. Los padres y otras personas pueden comenzar a inculcar valores cuando sus hijos son pequeños, continuar con el proceso a través de la primaria, secundaria, e ir más allá.
La mayoría de los niños se comportan por la manera en la que los padres los educan, nadie puede decir la manera en la que los van a educar, sin embargo hay técnicas básicas para ayudar a los niños; la más sencilla y ayuda mucho es la comunicación entre padres e hijos, pues cuando se logra resulta una gran confianza, pues conforme va creciendo podrá platicar sobre lo que les pasa, aparte de que cuando eres escuchado y comprendido por otra persona es muy agradable, provocando que el niño tenga muchos sentimientos buenos hacia la persona que los escuchó, de esta forma existirá una comunicación mutua. Lo mejor es no perderla, ésta se puede perder al hacer comentarios que al niño no le agradan, por la forma en la que les hablen, por miedo a que los regañen o los critiquen, así que es muy recomendable pensar la forma en la que les van a hablar a los niños.
Otra cosa importante es que algunos padres piensan que la forma de comportarse es hereditaria y cuando sus hijos hacen algún desastre o algo, en vez de corregirlo, orgullosamente dicen “así era yo, déjalo”. Así que toman esas actitudes, pero están en un error porque mediante el aprendizaje adquirirán conocimientos, valores, conductas, actitudes, etc. 

Por ejemplo las primeras respuestas sociales de los bebés son hacia los adultos, otros bebés y niños, aunque no hablen demuestran lo que les disgusta, lo que les gusta, lo hacen con sonrisas, gestos, llantos. Así también los bebés van tomando comportamientos de los adultos, comienzan con gestos y conforme van creciendo adquieren las conductas, por eso es verdad que tiene que poner un buen ejemplo para que ellos aprendan la manera adecuada de comportarse.
Un problema de los padres es que vuelven a sus hijos dependientes a ellos, ya que les solucionan sus problemas, en vez de que les ayuden a buscar todas las soluciones necesarias. Sobre todo porque cuando les pasa algo, la mayoría corren a auxiliarlos y está mal, porque no los ayudan a pensar, de esta manera los vuelven dependientes a ellos, ya que se van acostumbrando a que todo les solucionen y cuando los padres  quieren que ellos arreglen las cosas, es demasiado tarde, causa una frustración en los padres y sinceramente ellos tienen la culpa, así que es más difícil cambiar estas conductas.

Así como cuando los niños hacen berrinches, los adultos tratan de que no lloren, para evitar este llanto hacen cualquier cosa para callarlos, pero esto les afecta porque después se vuelven caprichosos y todo van a querer, de esta manera es más difícil porque los niños van a tratan de hacer todo lo posible por conseguir todo lo que quieren, de ésta manera los niños manipulan a sus padres, en vez de que sea al revés; así los niños cambian su comportamiento, la mayoría son inmaduros, no saben resolver sus problemas o tomar decisiones solos. Estos pueden cambiar al momento en el que se relacionan con otras personas o niños, cuando se sienten en confianza existe una amistad, de esta manera van compartiendo sus experiencias, gustos, van formando grupos sociales.